Un día me preguntaron que era lo que más temía. Me quede pensativo, mirado un punto fijo. Por mi cabeza pasaron miles de tipos de monstruos, horribles y gigantes, todos aterradores, me daban miedo, pero no era el que me aterraba.
Volví la vista hacia esa persona que me lo había preguntado, y despacio le conteste, el ser humano. Impresionada me preguntó porque y yo tranquilamente le conteste:
-Porque el único monstruo que es impredecible es el ser humano, es el único daña sin niguna razón y destroza a otros seres humanos para alcanzar sus objetivos, es el único que sabe mentir sin que los demás lo sepan y culpabiliza a otras personas para conseguir lo que quiere, es el único que puede convertirse en un psicótico de un día para otro, la verdad es que todos podemos ser psicóticos, pero lo que pasa es que nuestro detonante no ha explotado y a lo mejor no explota, pero a mí, muchas veces me preocupa que alguien de los que te rodea pueden estar en el punto de vista de un psicótico o uno mismo este en ese punto de mira, y me preocupa por que cuando te das cuenta ya es demasiado tarde.
domingo, 27 de noviembre de 2011
domingo, 13 de noviembre de 2011
Escribe, escribe y escribe
Escribe, escribe y escribe, no para ni para pensar. El papel estaba húmedo debido a sus lágrimas que chocaban en él. Bajaban lentamente, arañando cada milímetro de su piel. El papel, cada vez estaba más húmedo, ya casi ni se podía leer lo que estaba escribiendo, pero él no paraba seguía concentrado, necesitaba escribir, necesitaba escribir todo lo que sentía, todo lo que quería gritar al mundo, se quería hacer oír, pero justo cuando iba a gritar se quedaba sin voz.
Escribe, escribe y escribe, nada le interrumpía. Ni si quiera su madre, que se encontraba en el marco de la puerta, impotente, viendo como su hijo escribía y escribía, acompañado de esas lágrimas que no paraban de caer.
Unos minutos después se paró de golpe, no podía más, estaba cansado, quería irse a la cama. Y así lo hizo, se fue a dormir. Y dejo allí ese papel, empapado por sus lágrimas, iluminado por una lampara de baja intensidad, en el cual si te acercabas, se podía leer abajo del todo un: "LA QUIERO"
Escribe, escribe y escribe, nada le interrumpía. Ni si quiera su madre, que se encontraba en el marco de la puerta, impotente, viendo como su hijo escribía y escribía, acompañado de esas lágrimas que no paraban de caer.
Unos minutos después se paró de golpe, no podía más, estaba cansado, quería irse a la cama. Y así lo hizo, se fue a dormir. Y dejo allí ese papel, empapado por sus lágrimas, iluminado por una lampara de baja intensidad, en el cual si te acercabas, se podía leer abajo del todo un: "LA QUIERO"
domingo, 6 de noviembre de 2011
El amor y otros problemas
Capitulo 2
Susurros del viento
Sintió un cambio bajo sus pies, ya había llegado al camino pedregoso que finalizaba en su casa. Andaba despacio, no tenía prisa por llegar. Era su cumpleaños, no paraba de repetirse que debía ser feliz, pero es que esos recuerdos que emergieron a la superficie hace un par de horas, no le habían hecho ningún bien. Se había convencido que los había olvidado, que los había superado, pero se equivocó. Y en su cara se volvía a reflejar esa tensión y tristeza que no tenía desde hace años.
Ya veía la puerta negra de la entrada, ya solo estaba a unos metros de distancia. Se detuvo, cogió aire e intento relajarse, no quería que sus padres lo notaran por que eso solo le traería más problemas.
Decidió entrar por la puerta trasera, así tardaría más en llegar. Entró a la parcela y siguió ese camino lleno de flores. Estaba todo muy tranquilo no se oía nada, demasiado tranquilo, pensaba. Abrió la puerta, despacio, intentando no hacer ruido. Llegó al salón estaban todos sentados, esperándole.
Se sentó sin tener contacto visual con ninguno de sus familiares. Nadie hablaba, pero todos le miraban. De repente alguien rompió el silencio, era un voz que le resultaba muy familiar, aquella voz era la que iniciaba todas las discusiones, era la voz de su padre.
Decidió no hacer nada, no decir nada. Dejaría que hablase y hablase hasta que se cansase y así hizo, pero esta vez era diferente. Él no se cansaba de insultarle delante de toda su familia, de contar todas sus intimidades y despreciarle como si no fuera nadie, como si ni siquiera fuera su hijo.
No podía más, estaba a punto de explotar. Se levanto, miro a su padre y le dijo ADIÓS. Salió a la parcela, y se dirigió a su coche. Entro rápido, se sentó y se derrumbo. Pequeñas lágrimas se deslizaban por su mejilla. Bajó la ventanilla. Una leve brisa entro por la ventanilla, parecía que ese viento le susurraba al oído palabras de ánimo y apoyo.
Tenia que hacer algo, no podía seguir así. Debía ponerle fin.
Continuará...
Decidió entrar por la puerta trasera, así tardaría más en llegar. Entró a la parcela y siguió ese camino lleno de flores. Estaba todo muy tranquilo no se oía nada, demasiado tranquilo, pensaba. Abrió la puerta, despacio, intentando no hacer ruido. Llegó al salón estaban todos sentados, esperándole.
Se sentó sin tener contacto visual con ninguno de sus familiares. Nadie hablaba, pero todos le miraban. De repente alguien rompió el silencio, era un voz que le resultaba muy familiar, aquella voz era la que iniciaba todas las discusiones, era la voz de su padre.
Decidió no hacer nada, no decir nada. Dejaría que hablase y hablase hasta que se cansase y así hizo, pero esta vez era diferente. Él no se cansaba de insultarle delante de toda su familia, de contar todas sus intimidades y despreciarle como si no fuera nadie, como si ni siquiera fuera su hijo.
No podía más, estaba a punto de explotar. Se levanto, miro a su padre y le dijo ADIÓS. Salió a la parcela, y se dirigió a su coche. Entro rápido, se sentó y se derrumbo. Pequeñas lágrimas se deslizaban por su mejilla. Bajó la ventanilla. Una leve brisa entro por la ventanilla, parecía que ese viento le susurraba al oído palabras de ánimo y apoyo.
Tenia que hacer algo, no podía seguir así. Debía ponerle fin.
Continuará...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)