jueves, 8 de diciembre de 2011

No tiene prisa.

Él camina despacio, no tiene prisa por llegar, la mochila le pesa, le hace caminar más despacio, pero no le importa.
Sube despacio todos los escalones que le conducen a su casa, llega a la puerta y saca las llaves. La mano le tiembla, intenta acertar en la cerradura, no puede, tiembla demasiado. Después de unos cuantos intentos, acierta y abre con sigilo la puerta. Demasiado silencio, demasiada tranquilidad. Entra y recorre su casa, no hay nadie, sus padres no habían llegado. Se alegra, por fin tendría unos momentos de felicidad.

10 minutos después escucha como se cierra la puerta, ya habían llegado. Les saludo con un simple hola y se encerró en su habitación. Fuera de las paredes de su habitación, la atmósfera se cargo de malestar. Poco después empezaron los gritos, y una lágrima rodó por su rostro. Esto sucedía cada tarde, cada día del año, estaba harto. Su madre empezó a gritar, de dolor. Ella lloraba. Esta vez no iba a salir porque la última vez que intento pararlo, él acabó con un moratón en el ojo y unas cuantas costillas rotas. Él estaba asustado, se sentía impotente, solo deseaba que esta horrible pesadilla termianara cuanto antes.

Esta entrada quería hacerla porque muchas veces los que más sufren con las peleas entre los padres son los hijos.

3 comentarios:

  1. Sabes captar realmente...enhorabuena por el blog ;) sigue escribiendo y si quieres pasaté por el mio.
    Unsaludo

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  2. Vaya... es un poco fuerte, pero tienes toda la razón.

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  3. Tio,eres un fenómeno menuda entrada me has puesto los pelos de punta felicidades sigue así ^^

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