Estela se sobresaltó, un hombre le estaba apuntando con una pistola en medio de un vagón del metro, eso solo pasa en la películas, pensó, pero ahora mismo esto lo estaba viviendo, era la vida real. Decidió hacer todo lo que él le dijera hasta que encontrara la oportunidad de escapar.
Le obligó a bajarse en la siguiente estación, le hacía caminar deprisa, cuando ya subían por los escaleras mecánicas, ella giró en dirección a la salida, pero él, con fuerza, la dirigió hacía el otro lado donde solo había una puerta, la abrió con una especia de tarjeta y la empujó dentro.
Solo había una silla, la ordenó que se sentara, ella obedeció. La amordazo a la silla, y la tapo la boca con un cinta americana para que no pueidera chillar. Pareció que se iba a marchar pero justo antes de abrir la puerta, se dio la vuelta, le dio una bofetada y se fue sin dar niguna explicación.
Y así pasaron horas, ella y la soledad, y lo único que le acompañaba era el ruido de los trenes al pasar.
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Eran las 19:00, ya habían pasado dos horas desde que llamó por última vez ¿Qué diablos habría pasado? ¿y si su hermana había sufrido un accidente de tren? Eso era imposible, habría salido en el telediario, pensó David.
Algo le había ocurrido, en ese trayecto desde el centro de la ciudad hasta su casa. Algo le había pasado y sentíaque no era nada bueno.
Se sentó en esl sofa, intento tranquilizarse, se habría entretendio con alguna amiga, o quizas su novio le había sorprendido por esas calles abarrotadas de gente. Tampoco, era imposible, Estela siempre avisaba que iba a retrasarse, aunque solo se fuera a retrasar unos minutos.
Algo malo le había pasado, pero hasta que no estuviera seguro no podía hacer nada.
CONTINUARÁ...